1.10.16

Begoña Gil Gómez


Podría decir que mi natural inclinación me lleva hacia la esfera de la emotividad, ese territorio íntimo donde el ser humano se recoge sobre sí mismo, allí donde el arte, la poesía, la música (y también la religión) ejercen su dominio. Me interesan también las razones que sirven para dar cuenta de las cosas y por eso soy aficionada a la filosofía. Me gusta pensar. Y disfruto con la escritura, con la buena escritura. Profesionalmente me he dedicado a la enseñanza y he tenido la suerte de creer que había contribuido a la formación de algunos jóvenes en su camino hacia la vida.

Hace ya cierto tiempo empecé a escribir un blog. Monocordio lo llamé, queriendo mantener las resonancias clásicas entre la música y la filosofía. Resulta sugerente, al menos desde el punto de vista poético, imaginar al hombre, al alma del hombre, como una cuerda bien tensada, capaz de resonar cuando es percutida por alguna fuerza, externa o interna, que coincide con sus maneras naturales de ser, con sus modos de vibración. Las emociones, las pasiones, los anhelos, los sueños, los miedos o las ambiciones, es decir, todo lo que mueve al hombre y le hace salir de sí mismo, serían una suerte de música, a veces sonora, a veces callada. Nuestras acciones, nuestro comportamiento, vendrían a ser las diferentes melodías que podemos interpretar y que nos pondrían de manifiesto delante de los demás, frente a nuestro entorno.

Recientemente he empezado a colaborar con Luis Colomer en el Blog de Metafísica. En realidad siempre hemos trabajado juntos y, aunque en esta ocasión la idea original había sido que este blog iba a hacerlo sólo él, lo cierto es que, sin darnos casi ni cuenta lo estábamos haciendo entre los dos. Ya antes habíamos publicado la traducción del tratado Sobre la Música de Arístides Quintiliano al español, publicado en la editorial Gredos, con un estudio introductorio y notas que intentaban acercar al lector de habla hispana un texto tan lejano y muchas veces confuso sobre la teoría y la filosofía musical griega antigua. Nuestra afición al mundo antiguo, a la filosofía y a la música venía de mucho antes. La traducción de este texto, que fue una tarea ardua y llena de dificultades y que se había gestado al preparar su tesis doctoral, nos permitió aunar estos intereses.

Finalmente, querría decir que tanto en los blogs en los que publicamos los dos, como en los que firmamos por separado, hemos participado ambos de una u otra manera. En Monocordio, donde he tenido yo la iniciativa, él ha colaborado en la preparación de los materiales, en la discusión de las ideas y en muchas sugerencias de orden musical. En el curso de Acústica Musical, que ha sido una labor predominantemente suya, yo he colaborado en la redacción de los temas, en la confección de los materiales y en el intento de que el resultado fuera lo más didáctico posible.

9.9.16

Luis Colomer Blasco

Lo primero de todo, un saludo a quienes lean estos blogs. Me alegraría especialmente que les fueran de alguna utilidad. Todos ellos han sido escritos en colaboración con Begoña Gil. Voy a hacer una breve presentación de las razones que me han llevado a escribir en ellos.

Durante una parte importante de mi vida me he dedicado a la enseñanza. Ha sido, en general, una actividad muy satisfactoria, hasta el extremo de que pienso que ésa ha sido mi verdadera vocación. Siempre he pensado que la mejor manera de aprender algo es enseñarlo a los demás. A todos mis alumnos, y en especial a los mejores, les he recomendado que enseñaran todo lo que pudieran. Y ello no sólo por generosidad intelectual, sino también porque creo que es la mejor forma de asimilar los conceptos que uno ha ido aprendiendo. Cuando te pones a explicar algo es cuando verdaderamente te das cuenta de hasta qué punto has entendido bien una idea. Y si consigues superar la desesperación inicial de no ser entendido, tomas conciencia de que en la mayor parte de los casos el problema verdadero es que quien no entiende completamente lo que está explicando eres tú mismo. Junto a ello, hablar y contar ideas sobre las que has estado pensando horas y horas y que han constituido una parte de tu vida, sean las que sean, traten de cuestiones técnicas o filosóficas, de música o de física, es realmente uno de los mayores placeres intelectuales que, en mi opinión, se puede tener.

El libre acceso a contenidos educativos, artísticos y científicos que permite Internet está siendo una revolución en la Historia del Conocimiento. Los recursos educativos abiertos están cambiando la forma de aprender, no sólo porque pueden llegar de manera gratuita a sectores de población que no se pueden permitir pagar por los materiales docentes o por asistir a las universidades tradicionales, sino también porque día a día, con el trabajo de muchos, se está creando una verdadera Red del Conocimiento, un tejido muy dinámico y muy versátil. La facilidad con la que hoy se puede acceder a los artículos científicos más relevantes, a cursos impartidos por profesores especializados en las más diversas materias o incluso a las páginas personales de cualquier prestigioso investigador hace que ese tejido sea cada día más consistente. El conocimiento y la información ya no están restringidos a unos privilegiados; hoy el saber está, en teoría, al alcance de casi todos. Otra cosa es que esa facilidad de acceso pueda precisamente "depreciar" de algún modo el saber dando lugar a una superficialidad derivada de la inmediatez y de la ausencia de reflexión.

Ciertamente, también hay desventajas. Un libro publicado por una editorial de prestigio ha sido sometido a un proceso de evaluación por parte de personas de autoridad en la materia,lo que garantiza al posible lector la calidad en los contenidos. Sin embargo, la publicación que podríamos llamar "freelance" directa en la Red carece del sello de prestigio que pueda otorgar una editorial. En internet hay ya muchos contenidos, pero no son todos de la misma calidad. Sólo la propia revisión realizada por los lectores que a lo largo del tiempo vayan accediendo a una determinada página web será capaz de dotarla de la consideración que se merezca.

Contaré brevemente mis intereses en forma autobiográfica. El primero de ellos ha sido la música y en especial el piano. Desde los principios de mi vida ha estado constantemente presente, dedicándome a lo largo de ella a la interpretación del órgano y del piano, así como al estudio de la armonía, el contrapunto, el análisis musical, la acústica musical y la filosofía de la música. Llegando a mi adolescencia me aficioné a la electrónica, afición que más tarde, coincidiendo con la aparición en el mercado español del ordenador Spectrum, derivó hacia la electrónica digital y todo lo que tiene que ver directa o indirectamente con la programación de ordenadores. Antes de que esto sucediera, cuando estudiaba el Bachillerato, tropecé con la Ilíada; me fascinó y con ella se me abrió de paso el mundo griego. Un poco más tarde descubrí la filosofía a través de la lectura del Marzoa (lo llamo así porque éste es el nombre coloquial con el que designábamos a la espléndida Historia de la Filosofía de Felipe Marzoa). Un libro lleno de entusiasmo y de ideas, un libro para mí inagotable que orientó todas mis lecturas y me facilitó la entrada en los textos originales de los filósofos. Más tarde me sirvió de libro de texto durante mis años de profesor de filosofía de bachillerato. Además de la metafísica, otra área de interés entonces fueron la lógica y el psicoanálisis. Luego fui profesor de Historia y Ciencias de la Música en la Universidad de Salamanca, donde impartí las asignaturas de Acústica Musical, Tecnología Musical, Estética Musical, Armonía y Análisis Musical. Durante todos estos años procuré completar mi formación, eso sí de forma autodidacta, con el estudio de las matemáticas y la física. Aunque a simple vista puede dar la impresión de un puzle de materias caprichosas elegidas al azar, espero que quien lea estos blogs descubra que más allá de esta apariencia de disparidad hay una cierta unidad y un motivo permanente de búsqueda.


Por último presento un breve resumen de mi currículum:

- Intérprete de piano.

- Licenciado en Filosofía y Letras por la Universidad de Zaragoza.

- Catedrático de Filosofía de Bachillerato por oposición libre.

- Doctor en Filosofía y Letras por la Universidad de Zaragoza.

- Traducción de la obra de Arístides Quintiliano Sobre la música publicada en la editorial Gredos (en colaboración con Begoña Gil), con un estudio introductorio y notas.

- Máster en Informática en el Centro Politécnico Superior de la Universidad de Zaragoza.

- Profesor titular de Historia y Ciencias de la Música en la Universidad de Salamanca.

- Consultor y profesor on-line de Historia y Ciencias de la Música de la Universidad de la Rioja.